Para calmar al “mono loco” no podemos obviar la meditación…
Con atención a la respiración, podemos dejar que la mente vaya encontrando su punto de calma… sin aferrarnos a nada que se presente en ella. Una imagen que ayuda es observar la meditación como la contemplación de un río, por el que van llegando cosas y, del mismo modo, se van, mientras nosotros simplemente observamos desde la quietud… Un estado de absoluta presencia, en el que “lo que es, es”.
Un truco que ayuda a meditar, cuando estamos muy agitados, es practicar antes cualquiera de las opciones que hemos visto en los anteriores posts de “calmar al mono loco”, para que nos ayude a bajar de revoluciones y entrar más fácilmente en el estado meditativo. Funciona de maravilla! 😉